EXPERIENCIA AMARGA
Un hombre impío se jactaba de que no había nada que pudiese sujetar su voluntad a Dios y que le impidiera proceder como él quisiera. Un domingo, mientras sus vecinos iban al culto, él se quedó en casa trabajando, para demostrar así que él hacía lo que quería. Pero durante su trabajo le ocurrió un accidente que le ocasionó la pérdida total de un ojo y le dañó gravemente el otro. Durante el tiempo que tuvo que permanecer en casa para atenderse, reflexionó sobre su estado físico y reconoció lo peligroso de él. Por el peligro en que había estado su cuerpo, comprendió el peligro en que se hallaba su alma, si no se humillaba y arrepentía de sus pecados delante del Señor. Así lo hizo, y desde entonces pudo dar alabanza al Señor por su gracia y misericordia, y por haberle hecho reconocer su impiedad por medio de aquel accidente.
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