A los ricos de este siglo manda que… hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos. 

¿Quién hubiese pensado que al pie de los Cárpatos (montes al norte de Rumanía) existiese un campamento de leprosos? Estos enfermos no tenían un tratamiento apropiado y vivían en condiciones miserables. Sin embargo las autoridades dieron permiso para visitarlos y llevarles los cuidados y medicamentos necesarios.
Cristianos de Europa occidental pudieron ir allá y quedaron impresionados al encontrarse con esa gente que habitaba en cabañas de madera, sencillas y bien cuidadas. ¡Qué sorpresa constatar que eran creyentes y que irradiaban alegría, a pesar de su enfermedad y sus sufrimientos! Dieron gracias al Señor por la ayuda recibida. También escribieron una carta muy conmovedora a aquellos que les habían enviado material médico, medicamentos y víveres. El último párrafo de esa carta nos emocionó especialmente: ellos se habían enterado de que en nuestros países, donde la vida es más fácil, los cristianos habían perdido su fervor y su celo; esta noticia los había turbado, por eso ¡oraban para que fuésemos despertados y sirviéramos a Dios con fe y fidelidad!¡Fue una gran lección! Fuimos a visitarlos con un poco de lo que nos sobraba y recibimos mucho más, no sólo una lección de fe y de valentía, sino también la certidumbre de que nuestra verdadera riqueza está en Dios y en el gozo de una vida eterna con él.