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La mirada de Jesús
Jesús, mirándole, le amó.
Marcos 10:21
Entonces,
vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del
Señor, que le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres
veces.
Lucas 22:61
Los
evangelios nos hablan varias veces de la mirada de Jesús. Miraba a sus
discípulos, asombrados por su enseñanza (Mateo 19:25-26); miraba con
enojo y tristeza a los jefes religiosos carentes de compasión (Marcos
3:5); miraba con afecto a un joven que deseaba la vida eterna (Marcos
10:21); miraba a su discípulo Pedro que lo negó. Por medio de su mirada,
Jesús entraba en contacto con los que le rodeaban. Tocaba sus corazones
y alcanzaba sus conciencias, porque los amaba y los respetaba. Los
reconocía siempre como personas humanas, dignas y reponsables, a las
cuales ofrecía su socorro. A veces quisiéramos encontrar la mirada de
Jesús. Pues bien, sepamos que Él quiere revelarse a nosotros de manera
tan cercana como cuando estaba en la tierra. Mediante su Palabra
manifiesta su poder para penetrar en nuestras conciencias y, a la vez,
su amor para darnos confianza y esperanza. ¿Queremos encontrar su divina
mirada? Leamos las Escrituras con una mente abierta y de oración. Así
experimentaremos la presencia y la autoridad divinas. Entonces bajaremos
humildemente la mirada y diremos sí al arrepentimiento y a la fe. Nada
es más poderoso que la presencia del Señor. La mirada de Jesús hizo
llorar a Pedro, quien lo había negado, pero eran lágrimas saludables;
manifestación de un verdadero arrepentimiento (Lucas 22:62). Al igual
que Pedro, dejémonos sondear por su mirada.
(( De la red ))
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