Déjame ser Dios en tu vida
Señor me dijo:) Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.
2 Corintios 12:8-9
«Los primeros ocho años de mi vida cristiana estuvieron llenos de gozo; luego caí enferma. Sabía que Dios podía curarme, pues en un abrir y cerrar de ojos puede hacer todo lo que quiere. Pero ¿iba a curarme?
En mi enfermedad, Dios me sacó de mi confort para decirme: –Hay personas alrededor de ti que pasan por los mismos problemas que tú. No puedes acompañarlas si permites que las circunstancias alteren tu gozo.
En una época, me da vergüenza decirlo, hubiese dicho a las personas que estaban pasando por situaciones parecidas:
–¡No se preocupe! El Señor está con usted, ¡así que no se preocupe!
Pero mediante mis experiencias, Dios me mostró que las cosas no son tan sencillas. El Señor tuvo que decirme:
–¿Qué sucede, Karla? Yo estoy contigo. ¿Qué ve la gente: tu descontento, tus quejas, o tu alabanza? ¿Puedes mostrarles que mi gracia te basta?
Me veo en mi habitación pidiéndole a Dios qué debía hacer. Él me dijo:
–Haré contigo lo que creo que es mejor para ti. Yo soy Dios. Déjame ser Dios en tu vida.
No obtuve la sanidad física que buscaba, pero recibí la sanidad interior cuando realmente abdiqué al pie de la cruz».
Karla F. Tucker