La espada del Espíritu
"Y tomad el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, el cual es la
palabra de Dios" Efesios 6:17.
"El espíritu es que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras
que yo os he hablado son espíritu y son vida" Juan 6:63.
De las seis piezas de la armadura de Dios, está es la única que se usa
para atacar al enemigo. La Palabra de Dios es también una espada. La
espada es el Espíritu, y el Espíritu es la Palabra. Vemos pues tres
elementos que son una misma cosa: la espada, el Espíritu y la Palabra. La
Palabra es la Biblia, pero si esta Palabra es sólo letra impresa, no es ni el
Espíritu ni la espada. La palabra griega usada en el versículo 17 es réma,
y se refiere a la palabra que el Espíritu nos habla en cierto momento para
una determinada ocasión. Cuando el logos, la palabra constante de la
Biblia, llega a ser el réma, la palabra especifica para el momento, ese
réma es del Espíritu.
En nuestra experiencia cristiana, la Palabra y el Espíritu van siempre juntos.
Es una falsedad total decir que podemos tomar al Espíritu sin tomar la
Palabra, pues sin la Palabra no podemos tener al Espíritu. En mi experiencia,
yo recibo principalmente al Espíritu principalmente por medio de la
Palabra. A medida que toco la Palabra de una manera viva, ésta llega a ser
el Espíritu para mí. Sin embargo, hay personas que toman la Biblia sin
tomar el Espíritu. Esto también es incorrecto. Los que desean cultivar flores
necesitan tanto las semillas como la vida contenida en las semillas. Es
imposible separar la vida que está en las semillas de las semillas mismas.
Para obtener la vida, tenemos que tomar las semillas. La relación que se
tiene entre la Palabra y el Espíritu es la misma es la misma que existe
entre las semillas y la vida. Es crucial tener ambas.