No solamente listo a sufrir por Cristo, si no a morir por Él
En Munich, en 1527, Jorge Wagner fue puesto en la prisión por causa de su religión, y se usaron con él todos los medios para hacer que se retractara. Cuando estaba en el camino al patíbulo, la procesión se paró delante del Palacio para escuchar la lectura de sus herejías, y uno de los teólogos le preguntó: --Jorge, ¿no tiene miedo de morir? ¿no le producirá gozo volver con su esposa y sus niños? El replicó: --¿A quién prefiero más bien ir? --¡retráctese y podrá volver a ellos! –gritó imperativamente su interlocutor.
Antes de llegar a la hoguera, se encontró con su esposa y sus niños, quienes le rogaron que se retractara y volviera con ellos; pero él contestó: --Mi familia es tan preciosa para mí que todas las riquezas del Duque no podrían comprarla; pero de ella me separo por el profundo amor que tengo a Dios.
El teólogo le preguntó: --¿Verdaderamente cree en Dios tan profundamente como ha dicho? –Sería muy difícil ir a una muerte tan terrible si no tuviera esta fe.
Un sacerdote ofreció decir misa por él después de su muerte, y Jorge replicó: --Orad por mí ahora: que Dios me dé paciencia, humildad y fe, porque después de la muerte no necesito oraciones.
(( De la Red))