El perrito escandaloso
Cuando yo era niño, en la granja mi papá, mi hermano y yo solíamos visitar la granja del vecino para compartir productos y labores. El vecino tenía un pequeño perro escandaloso que me asustaba mucho. Cuando salía corriendo, mi papá y mi hermano no huían, pero yo sí. ¡Adivinen a quién correteaba el perrito! En una ocasión, escapé subiéndome a la camioneta mientras el perrito me ladraba desde abajo.
Todos los demás se daban cuenta que el perrito no tenía poder sobre mí, salvo el que yo le concedía. Además, no tenía ningún poder innato de echarme hasta arriba de la camioneta; era mi creencia la que me subía allí. Ese perro me controlaba al usar mi mente, mis emociones, mi voluntad y mis músculos, los cuales estaban motivados por temor. Finalmente me armé de valor y bajé con un brinco de la camioneta, le eché una piedrita al perro… y para sorpresa mía, ¡corrió!
Satanás es como el perro escandaloso: engaña a las personas para que le teman más a él que a Dios. El poder de Satanás está en la mentira, y cuando su mentira se expone con la verdad, sus planes se deshacen.
(( De lla red))