A salvo de un incendio por ser"Pueblo especial"
La
mañana del viernes 30 de noviembre de 1956 los periódicos de Hsinchu,
Formosa, tenían un titular con grandes letras negras, el cual decía: “EL
INCENDIO MAS GRANDE EN LOS ULTIMOS SESENTA AÑOS”. Lo que más nos
interesa de esta noticia es que por donde tenía que propagarse el
incendio había cinco hogares cristianos. Cuando la alarma sonó, el
cielo estaba enrojecido por el reflejo de las llamaradas y las calles
estaban llenas de negro humo. Mientras los bomberos combatían el fuego,
uno de los cristianos estaba telefoneando a los otros miembros de la
iglesia, y pronto un grupo de éstos se reunió en el lugar del incendio.
La situación parecía desesperada. Entonces de todo corazón y a una voz
todos ellos clamaron: “Señor, haz que tu santo nombre no sea
deshonrado”.
Repentinamente, ante los asombrados ojos de miles de
espectadores, el fuerte viento que había estado soplando cambió de
dirección. Las llamas, que ya habían alcanzado una de las cinco casas
de esos cristianos, súbitamente se alejaron de ella y comenzaron a
devorar, una por una, ocho de las otras casas que se creía que estaban a
salvo. Los cristianos vieron, precisamente delante de ellos,
contestadas sus oraciones, y en coro gritaron: “¡Aleluya!”.
Cuando
se acabó el incendio en esa calle que antes había sido muy transitada,
solamente quedaban montones de escombros y de cenizas. Solamente las
casas y los talleres de trabajo de cinco familias cristianas permanecían
intactos. Muchas de las personas que no eran cristianas únicamente
dijeron: “Su Padre celestial los protegió” Pero otras personas
criticaron y dijeron: “Los cristianos gritaron ¡Aleluya! Cuando se
estaban quemando las casas de las gentes que no son cristianos.
Pero
el Magistrado de Distrito se encargó de callar a los que murmuraban,
con estas palabras: “Yo os diré una cosa. Cuando los cristianos estaban
orando a su Dios, vosotros los budistas estabais orando a vuestros
ídolos. Pero el Dios de los cristianos contestó, y vuestros dioses no
contestaron. ¿Qué tenéis que decir por esto?. No puedo creer que ellos
hayan orado pidiendo que sus casas quedaran a salvo y las vuestras
fueron destruidas. Estas cosas sucedieron como tenían que suceder; y,
¿Quién es capaz de predecirlas?” El pueblo aceptó la explicación del
magistrado y se fue conforme.
(( De la red))