BIEN ESTÁ QUE DEJEMOS
Bien está que dejemos del
paso por la vida una
preciosa huella de nuestra
probre luz,
como un eco sincero de la
canción ungida por la
piedad divina que se clavó
en la Cruz.
Bien está que dejemos a los
demás la herencia de unas
manos que fueron
manos de sembrador,
para que de la siembre
florezca la experiencia
del combate al servidor
del bien y del amor.
Que al partir no vayamos
con las manos vacias y el
corazón cargado de noches
y de días sin frutos,
sin aroma, sin nada
que ofrendar.
Que no sea el ocaso de
nuestra vida breve como
la fugitiva huella sobre
la nienve o la estela del
barco perdida sobre
el mar.
Dios les bendiga, proteja,
hoy y siempre.
C. Gutiérres Marín
Marthita Torres