Reprendiendo a la autoridad
podemos leer lo siguiente en las palabras del apóstol Pablo:
En Gálatas 2:11-14
* * * * * * *
«Pero
cuando Pedro vino a Antioquía, lo reprendí cara a cara, porque era de
condenar, pues antes que llegaran algunos de parte de Jacobo, comía con
los gentiles; pero después que llegaron, se retraía y se apartaba,
porque tenía miedo de los de la circuncisión. Y en su simulación
participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue
también arrastrado por la hipocresía de ellos.
Pero cuando vi
que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a
Pedro delante de todos: “Si tú, siendo judío, vives como los gentiles
y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?“»
Según Pablo, la actitud de Pedro era de condenar.
¿Leyeron bien?
La
actitud de Pedro era necesario que fuera condenada, a fin de que se
corrigiese el error en que había caído el tan bien reputado apóstol (aún
en nuestros días).
Personalmente sé que Pedro cometió un error,
sé que yo cometo errores, pero lo triste es que miles de hombres que se
hacen llamar “siervos de Dios”, a diario viven en error creyendo y
enseñando doctrinas que nada tienen que ver con la palabra de Dios.
Han
desviado su atención del evangelio y se han corrompido por error
cayendo en la idolatría por el dinero y las posesiones materiales. ¿No
hay que decirles nada? ¿No es sano, sabio y recomendable hacerles un
llamado de atención?
¿O será que quienes defienden las posturas
mediocres de estos herejes se complacen de las palabras tonificadas y
acomodadas que reciben desde los púlpitos para sus oídos réprobos?
En
el versículo 14, Pablo menciona cierta “obligación” que Pedro imponía
sobre los gentiles (algún tipo de enseñanza legalista adulterada).
¿Qué hizo Pablo? ¿Lo reprendió “a solas” buscando evitar que el resto de los hermanos se enterase del problema?
Ya vemos que no. Sus palabras textuales son: “dije a Pedro delante de todos”.
Y
no sólo eso, sino que escribió a todos los santos de las iglesias de
Galacia lo sucedido, sin sospechar hasta ese momento que 2.000 años
después estaríamos estudiando aún sus escritos y seguiríamos hablando
sobre ese tema.
Esto echa por tierra los argumentos que algunos
utilizan para defender a sus líderes basándose en textos extraídos de su
contexto, y se nos enseña que el “siervo de Dios” puede hacer
prácticamente lo que le venga en gana, total no puede ser juzgado sino
sólo por Dios, por lo tanto:
Veámoslo caminar mal (y hasta caerse), pero no lo corrijamos porque es el “siervo de Dios”.
Veámoslo enfadarse hasta la muerte con un hermano, pero no nos interpongamos porque es un “siervo de Dios”.
Hagamos
oidos sordos a cualquier desvío doctrinal y que siga en su puesto
indefinidamente ya que estamos hablando de… un “siervo de Dios”.
El
andar del apóstol Pablo fue ejemplo en todo, tanto que soportaba “todo
por no poner ningún obstáculo al evangelio de Cristo” (1ªCorintios
9:12).
Pero al igual que Jesús, no soportaba la hipocresía y la condenaba. No toleraba las medias tintas y las hacía públicas.
En
la actualidad hay quienes parecieran esforzarse por mantener los
obstáculos en su lugar de tal modo que la marcha de los que desean
llegar a la meta se vea entorpecida y en lugar de desarrollarse como
individuos cristianos, pasen a ser un producto enlatado, con el sticker
en la frente, y las zapatillas del mismo color que los demás. ¡Un
cristianismo bananero!
No todos los cristianos viven en este
sopor producido por el error. Existen muchos que son un verdadero
bálsamo y de quienes realmente podemos alimentarnos con absoluta
confianza. Pero es necesario llamar la atención sobre estas cosas. Es
necesario abrir los ojos.
La tarea es cada vez mayor, puesto que el grado de cristianos dormidos es aberrante.
Que el Señor les bendiga !