QUE LO OIGA EL MUNDO ENTERO
por
todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y
fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.
Marcos 16:15-16
El
célebre violinista austríaco Fritz Kreisler (1875-1962) ganaba bien con
sus conciertos, pero pronto gastaba la mayor parte de su dinero. En uno
de sus viajes descubrió un violín muy especial, pero por falta de
dinero no pudo comprarlo. Cuando hubo ganado lo suficiente para poder
pagarlo, fue a ver al vendedor con la esperanza de adquirir ese
maravilloso instrumento. Pero para su gran decepción, se enteró de que
el violín había sido vendido a un coleccionista.
Kreisler buscó al
nuevo propietario y le propuso comprarle el violín, pero éste se negó a
venderlo. Desilusionado, Kreisler estaba a punto de marcharse cuando se
le ocurrió una idea: –¿Me permitiría tocar una vez este instrumento
antes de condenarlo al silencio? Entonces le fue concedido el pedido. El
gran artista llenó el ambiente con tan maravillosa música que el
coleccionista quedó profundamente conmovido y exclamó: –No tengo derecho
a guardar este violín para mí. Es suyo, señor Kreisler, llévelo y que
mucha gente tenga la oportunidad de oírlo.
Para un pecador
arrepentido, que goza de su salvación, el Evangelio es música celestial.
No tenemos derecho de guardarlo para nosotros mismos. El Señor Jesús
dijo que debemos ir por todo el mundo para predicar el Evangelio.
Todavía son muchos los que necesitan oír la buena nueva de la salvación.
“¿Y cómo oirán sin haber quién les predique?” (Romanos 10:14).
((De la red))