Es doloroso ver que aquel papá que muchas veces acudió en auxilio cuando se estaba en problemas, o la mamá que todo lo resolvía, son hoy quienes necesitan de los hijos.
Pero más doloroso es aceptar que de hoy en adelante hay que andar solos por los caminos de la vida, y que los padres han cedido la delantera a sus hijos.
Es éste el motivo principal del por qué muchas veces los hijos exigen a sus padres que no dejen de ser lo que eran: quieren seguir viendo a sus padres fuertes y seguros de sí mismos.
Sus regaños y reproches son sólo un mecanismo de defensa.
Reconocer sus limitaciones no es dejar de amarlos. Antes se les amó por los cuidados que prodigaron a sus hijos.
"Quiero a mi mamá porque me cuida" "Quiero a mi papá porque me enseña", son frases que escuchamos de los niños cuando explican por qué aman a sus padres. Hoy se les ama porque gracias a ellos se ha aprendido mucho y se está al cuidado de alguien más.