A estas alturas del siglo XXI, haciendo una perspectiva de los
logros obtenidos en los derechos de las mujeres, lejos de caer
en autocomplacencia, debemos de seguir alerta a los detractores de la
igualdad entre todos los seres humanos. Los enemigos de los
derechos de las mujeres están, también, entre las mujeres de la derecha.
No solamente no apoyaron la ley que propiciaba los mismos derechos,
sino que ahora desean suprimir el Ministerio de Igualdad. Otro
gran colectivo de mujeres en contra de su propia igualdad se oculta en
la Iglesia. Y en la enseñanza de los colegios católicos, donde se
mutilan los derechos de las mujeres, bajo la hipocresía del
derecho de los padres a la libre elección del centro. Si además este
centro segrega a los niños de las niñas, mejor.
Perdón por negarte la entrada en las
cofradías vetadas por los hombres para las mujeres, por no dejar que
degustes los placeres de la cocina en las sociedades gastronómicas solo
para hombres, por... Si las mujeres que integran estas
instituciones tomaran conciencia de que ellas y sus hijas tienen los
mismos derechos que sus maridos y padres de sus hijas, la igualdad sería
una realidad. No olvidemos que fueron las mujeres sufragistas
las que más lucharon por su derecho al voto. Pero los hombres
debemos de entonar el mea culpa en un día como hoy y obrar en
consecuencia, sin dilaciones. Perdón por haberte despedido del trabajo
porque te habías quedado embarazada. Perdón por no ascenderte porque
tenías hijos. Perdón por haberte echado de un lugar público porque
estabas amamantando a tu hijo con el pecho fuera.
Perdón por haberte echado de casa porque te quedaste embarazada de tu
novio. Perdón porque siendo tu compañero de colegio he abusado de ti
sexualmente. Perdón porque he creído que eras de mi propiedad y
te he maltratado hasta matarte. Perdón por los celos machistas que
habitualmente te proceso.
Perdón por haberte ayudado a soportar las faenas de la casa, en lugar
de aprender a compartirlas. Perdón por no haber educado a tus hermanos
para que fueran igual que tú en todo. Perdón por negarte la entrada en
las cofradías vetadas por los hombres para las mujeres. Perdón por no
dejar que degustes los placeres de la cocina en las sociedades
gastronómicas solo para hombres. Perdón porque no te dejo ser obispa o
sacerdotisa de la Iglesia Católica. En fin, mil perdones por no
haberte considerado como yo. Igual que yo y con los mismos derechos.
Lo encontré hoy en el periódico,está escrito por un hombre...no sé hasta que punto podremos creerlo,pero ahí está..la realidad a veces...es otra distinta.