Vivimos rodeados de señales que debemos descifrar
para entender partes importantes de nuestro ser,
de nuestra esencia, de nuestra única y verdadera felicidad
La fantasía es, en la mayoría de los casos,
la mejor aliada para encontrar el camino hacia la realidad,
a esa verdad que todos queremos saber y descubrir.
Por ello la forma más fácil de explicarnos las
cosas es simplemente dejarnos llevar por aquello que
nos proporciona la verdadera felicidad,
sin considerar si es una fantasía o una realidad,
ya que la única realidad es aquella que
nos hace sentir el corazón.
Desgraciadamente, entre nosotros existen una
penumbra que nos impide ver qué somos
y quiénes somos en realidad.
Así, creemos que todo lo que vemos en los cuentos,
como duendes, pegasos, ángeles, etc.
son sólo personajes de fantasía.
Nos olvidamos que en nuestra infancia todos estos
seres nos ayudaron a ser felices, por ejemplo,
al pensar que en determinado momento tendríamos
en nuestra casa a un señor gordito, vestido de rojo,
para darnos los regalos que habían hecho sus duendecitos.
Ahora todo esto nos suena como una fantasía que
nos hicieron creer y que al crecer ya podemos ver
que era sólo un bello y simple cuento, que como
adultos debemos despertar y separarlos
de lo que es la realidad.
Pero esto es un error porque al hacerlo dejamos
aparte nuestra esencia como seres universales.
Sólo tenemos que ver hacia el cielo detenidamente
y pensar si estamos viviendo en la fantasía o en la
realidad y que a partir de esta reflexión tratemos
de volver a vivir en nuestra niñez.
A/D