Llegamos al convencimiento de que solo un Poder Superior a nosotros a mismos podría devolvernos el sano juicio.
Muchos de los recién llegados al leer el Segundo Paso, se enfrentan con un dilema a veces muy serio. Con frecuencia les oímos lamentarse en esta forma: “Vean lo que han hecho con nosotros. Nos han convencido de que somos neuróticos y de que no podemos gobernar nuestras vidas. Después de reducirnos a un estado de impotencia absoluta, nos dicen ahora que solamente un Poder Superior puede devolvernos el equilibrio emocional. Ustedes nos han sacado del atolladero, muy bien, pero ahora ¿de aquí a dónde vamos?”. Algunos no quieren creer en Dios, otros no pueden, y aún los que creen en Él, no tienen fe en que les haga este milagro.