Ónix y jade. Lagunas verdes que fosforecen en la sombra del ébano arqueado. Reposo de terciopelo.
Garra afilada bajo la nocturna seda. Elástico resorte presto para el salto, desde el perezoso desmayo de la siesta ronroneante.
Igual que el gato enroscado en el sofá de raso de la alcoba; en silencio, ovillado sobre el tibio cojín de mi carne, inesperadamente, ágil brinca el deseo, cuando más dormido parece.
Luz Méndez De La Vega
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