Según se aprecia en sus retratos, la joven reina María Cristina de Borbón era una mujer muy hermosa, con unos grandes ojos oscuros muy expresivos, que resaltaban mucho sobre su blanca tez. Cuentan que, en la última etapa del viaje que la llevaba a Madrid, eligió para vestirse un traje de amazona de un azul tan penetrante que, en su honor, y desde esa fecha se le dio el nombre de “azul cristino”.
Según recogen la crónicas, fue durante el recibimiento que el pueblo madrileño le hizo a María Cristina de Borbón, cuando se oyó entre el público la voz de un joven que gritaba: “Guapa, muero por ti”. Quizá fue un presagio de lo que años después sucedería, cuando miles de españoles morirían por defenderla a ella y a su hija Isabel durante las guerras carlistas.
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