Murió Francisco Ayala el escritor más longevo de España
MADRID.- Un siglo de historia y literatura española se ha apagado este martes con la muerte del escritor Francisco Ayala, autor de algunas de las obras más brillantes de la literatura española y creador de un mundo irónico y de desencanto.
El escritor y académico español Francisco Ayala murió en la mañana de este martes en su domicilio de Madrid a los 103 años.
“Lo que he escrito ha sido siempre la verdad, lo que he sentido. A veces he callado, pero nunca he optado por el encubrimiento de nada, para qué…”, afirmaba en una entrevista con el diario El Mundo en 2006 el literato fallecido en la mañana de este martes en su casa de Madrid.
Su extensa vida, parte de ella vivida en el exilio en América, se correspondió con una prolífica producción literaria, que tuvo su inicio en 1925 a los 19 años con su primera novela, “Tragicomedia de un hombre sin espíritu”, aunque ya había empezado a escribir dos años antes.
Nacido el 16 de marzo de 1906 en Granada, en el sur de España, Ayala, que estudió Derecho y Filosofía en Madrid, fue el último testigo del esplendor cultural y científico que vivió España a finales de los años 20, que se truncaría abruptamente con la Guerra Civil (1936-1939).
Su inquietud por aprender lo llevó a ampliar sus estudios de Política en Alemania en 1929, donde asistió al ascenso de los nazis al poder, un hecho que le marcó y quedó reflejado en su obra “Erika ante el invierno”.
Durante esos años, Ayala se codeó con algunas de las más prestigiosas mentes españolas y se adhirió al grupo del filósofo Ortega y Gasset, participando en la fundación de la “Revista de occidente”.
En 1934 trabajó como letrado en las Cortes españolas y siguió con su actividad universitaria hasta el alzamiento militar del general Franco contra el gobierno republicano en 1936, que le sorprendió en una gira en Latinoamérica.
Los sublevados fusilaron a su hermano Rafael y a su padre, Francisco, mientras él sirvió a la República hasta su caída en 1939, cuando tuvo que exiliarse en Buenos Aires y seguir en el extranjero una carrera literaria marcada por el sarcasmo y la ironía, pero que ni el propio escritor supo cómo encasillar, considerándose “en tierra de nadie”.
“Una parte considerable de mi obra fue desconocida o tardíamente reconocida, en este mi país natal, sin que aquellos críticos e historiadores que se ocupan de catalogar, ordenar y categorizar el cuerpo de producción literaria sepan bien dónde colocar la de un escritor exiliado”, afirmó en su discurso de aceptación en 1991 del Premio Cervantes, considerado el Nobel de las Letras españolas.
Novelista, ensayista, crítico y miembro de la Real Academia Española de la Lengua desde 1984, la obra de Ayala va del cuento a la novela, pasando por el ensayo y la crítica literaria, cruzando distintas épocas “como los cuadros de vanguardia española” hasta “la condición ambigua de ‘escritor español en América’”, como el propio escritor decía.
Entre la abundante producción del literato figuran las vanguardistas “El boxeador y un ángel” o “Cazador al alba”, así como, entre otros, los cuentos “Muertes de perros”, “El as de bastos” y “El jardín de las delicias”, por el que ganó el Premio de la Crítica en 1972.
Ayala, que en los años 60 inició un discreto regreso a España hasta afincarse definitivamente en Madrid tras haber vivido en Argentina, Estados Unidos, Brasil y Puerto Rico, escribió en 1982 y 1983 sus memorias, con cuyo segundo tomo, “El exilio”, ganó el premio Nacional de Literatura.
Autor también de ensayos como “El pensamiento vivo de Saavedra Fajardo” y “Razón del mundo”, Ayala vio publicado “La invención del Quijote”, su último libro, en 2005.
Ganador de varios premios, entre ellos el Cervantes y el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, Ayala, casado con la hispanista estadounidense Carolyn Richmond y padre de una hija, Nina, fruto de su primer matrimonio con la chilena Etelvina Silva, fue agasajado en 2006 con motivo de su centenario.
“Hace tiempo que el telón me amenaza, pero parece que no termina de caer”, comentó entonces. Este martes, el telón ha caído definitivamente para el autor español más longevo.
Descanse en Paz
Amaly