Este personaje pertenece a la leyenda de un pueblo y a toda una ideología: el anarquismo.
Para encuadrar a María, “la Libertaria”, tenemos que situarnos en Casas Viejas, (Cádiz), durante la II República.
Al asociar ambos nombres nos viene al recuerdo la historia de los Sucesos de Casas Viejas, tan dolorosa y cruenta… Casas Viejas cambió su nombre por Benalup, tal vez para que no le pesara la trágica leyenda de la que, hasta hace poco, casi no se podía hablar.
Enero de 1933. En este pequeñito pueblo andaluz, como en muchos otros, la gente humilde se quiere levantar contra el caciquismo señoril. Participando de la convocatoria revolucionaria que la CNT lanza a ciudades y pueblos, desde el sindicato de Casas Viejas se proclama el comunismo libertario. Los trabajadores desfilan por las calles e intentan que la guardia civil, renuncie a su poder. En la confusión, dos guardias son heridos.
Llegan refuerzos para detener la revuelta. Algunas personas se refugian en la choza de Seisdedos. Llegan más refuerzos desde Jerez. Al parecer, según el Capitán Rojas en una controvertida declaración que el gobierno desmentirá, con orden de eliminar la sublevación a cualquier precio, “ni heridos, ni prisioneros”. Siguiendo las órdenes de este capitán, los guardias incendian la choza.
Dentro había hombres, mujeres y niños. Sólo María Silva y el niño Manuel García, pudieron escapar de la choza, pereciendo el resto dentro de ésta. No acabaron aquí los hechos. El capitán ordena capturar a los hombres del pueblo. Catorce serán detenidos y conducidos a los restos de la choza de Seisdedos, allí se les obliga a mirar la tragedia y son masacrados sin previo aviso. La oficialidad justifica falsamente estos muertos. Tras numerosas investigaciones, se conocerá la auténtica masacre. Después se procederá a las detenciones y juicios.
María tenía dieciséis años cuando se produjeron los trágicos sucesos. Era nieta de Seisdedos, el carbonero, el dueño de la choza que fue quemada. Como hija de trabajadores, su formación fue la pobreza y los ideales del anarquismo. El día de los hechos, junto con su amiga Manuela, recorrieron el pueblo llevando la bandera roja y negra del anarquismo, felices por la implantación de lo que tanto habían deseado, el comunismo libertario.
María solía llevar un pañuelo rojo y negro y, en más de una ocasión, los guardias la recriminaban por ello.
María fue detenida y encarcelada. Interrogada por las autoridades, a veces se llegó a negar que estuviera en la choza en el momento de los hechos. Pero el mito de la Libertaria trascendió, sobre todo entre los anarquistas. Todos los presos estaban enamorados de la Libertaria.
En la cárcel de Medina Sidonia, conocerá a su futuro compañero, el anarquista Miguel Pérez Cordón, encarcelado por llevar donativos de los pueblos próximos a los damnificados por la tragedia de Casas Viejas.
María, en su declaración, según comenta Ramón J. Sénder, cuenta como ella fue a la casa de su abuelo para ayudarle y así comenzó el tiroteo, en la oscuridad de la choza. Ella, horrorizada, salió por el corralito junto con su primo, no sabiendo ni cómo pudo hacerlo. Después oyó grandes tiroteos y supo de la quema y muerte de su padre ante la choza, en la cruenta masacre.
Las mujeres huyeron del pueblo con sus niños hasta el día 14 y luego volvieron, por miedo, al pueblo. María es detenida por primera vez y llevada a Medina. Días más tarde vuelven a detenerla “con calentura”; así estuvo enferma en la cárcel. María en la cárcel, mientras está enferma, recibe insinuaciones amorosas del jefe de la cárcel, insinuaciones que ella rechaza indignada. Después es trasladada a la cárcel de Cádiz.
Excarcelada, vive con Miguel Pérez en unión libre, según las ideas anarquistas. Juntos marchan Madrid y, posteriormente, María queda embarazada. Así la detendrán y encarcelarán en Paterna, siendo fusilada en el 36, a comienzos de la guerra civil, entre Medina y Jerez. Estuvo e la cárcel a la espera de que naciera su hijo Sidonio. Aún lo estaba amamantando, cuando las ráfagas de fuego segaron su vida. Una corta vida.
La Libertaria atrajo el interés de gran cantidad de anarquistas en su momento. Federica Motseny, la inmortalizó en una novelita breve, que tenía por título su nombre: María Silva
La Libertaria. (1951).
Veinte años después de los hechos, la Libertaria seguía siendo un mito. Aún en el exilio, Federica, a toma como símbolo de la mujer revolucionaria española. Según ella, María no fue una mujer brillante, ni extraordinaria. Hija de simples campesinos, no pudo seguir estudios,…era sencilla, buena, humilde, honrada, bonita....es la encarnación y el símbolo del martirio de España…
Según Montseny fue una militante activa y consciente, que vivió el ritmo de los acontecimientos acaecidos en España hasta el 36.
La aureola que rodeaba a María, después de los sucesos, se extendió por toda España. Toda la prensa hacía de ella un símbolo de las mujeres revolucionarias de Andalucía.
Su trágico final estará marcado por sus implicaciones ideológicas. El Consejo de Guerra decide condenarla a muerte a pesar de su avanzada gestación. ... “Toda la tragedia de Andalucía, arrastrada durante siglos, estallaba ahora, como una tormenta, en torno a la triste y bella cabeza de María...” así lo dice Federica en la novela en la que idealiza la integridad de esta heroína, en los instantes antes de su muerte: ...”Sus grandes ojos miraban cara a cara a los verdugos.....una descarga sonó. María sintió las balas penetrar en su carne. Una última imagen: Miguel, su madre, su hijo. Después nada..” in duda , María Silva, merece ser recordada en nuestra historia, como una mujer más que murió por la libertad. Ella representa a esas miles de mujeres que como ella fueron fusiladas impunemente. Ella fue todo un mito que la dictadura silenció, y recuperarla ha sido nuestra tarea, no fácil, pero ahí está…
Isabel Arias Moreno