Bésame
Rózame con tu piel de las marismas en aguas consagradas a rituales, con liturgia de nidos y tambores.
Abrázame con sal en los contornos, mientras la lluvia cae por mi ciudad y me lleva a un hotel suicida y sórdido.
Bésame entre los límites del vértigo sobre el abismo etéreo de mi nombre, en tiempos dedicados a la nieve.
Invádeme despacio mientras grito tu nombre en los fractales del deseo y me olvido del mundo en la lujuria.
Ana Muela Sopeña
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