Cúbrete bien con tu manto que, con la helada, la noche se está vistiendo de blanco.
La luna prende en la noche sus alamares de plata. Los arroyuelos murmuran y sueñan las rosas blancas.
La brisa canta al rocío cuando duerme en el rosal, y en su lecho de cristal el agua canta en el río.
Borracho de sol y vino, borracho de vino y sol, así voy por el camino.
El arroyo pasaba bajo el cerezo, y el cerezo bajaba por darle un beso.
El agua pasa y se va y, por mucho que quisiera, ya no volverá a pasar.
¡Qué bonita la luna cuando se asoma, con su brillo de plata tras de la loma!
Un lucero se ha caído en el fondo de un estanque. Dile a la luna que venga y que la luna lo saque.
Le dijo la luna al río: Como van tus aguas turbias ya ni siquiera me miro.
La noche se acerca el sol se perdió, la última copla te la canto yo. (Fragmento de poema)
Camino, camino llano. ¡Ay, quién fuera de camino llevándote de la mano!
La tarde se adormecía cuando el sol se iba perdiendo ¡qué bonita parecías con el sol sobre tu pelo!
Campanas a la oración y golondrinas al alba, en tu reja los claveles y la alegría en tu cara.
En un caminito largo, si no llevas compañía ¡qué camino tan amargo!
Carreterita adelante va siempre la caravana. Donde duerman esta noche ya no dormirán mañana.
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La luna viene pintando encajes de luz y sombra. La luna pinta que pinta, pero el sol borra que borra.
El agüita del arroyo corre y pasa murmurando en tanto que tú te ríes, tu risa yo estoy mirando... (Escrita detrás de un foto)
Por el arroyo arriba van los jilgueros mirando si están solos los bebederos.
El agua del arroyuelo se para cuando la luna baja a mojar su pañuelo.
Se cayó al agua un clavel, y el agua se volvió loca al poder jugar con él.
Cuando se durmió la noche la luna bajó a la tierra, cogió un ramo de claveles y fue a mirarse a la alberca.
¡Qué coquetona es la luna, toda la noche la pasa mirándose en la laguna!
En la rama del olivo se ha prendido tu cantar, déjame que mire, mire, déjame, niña, mirar, que la copla se ha perdido, niña, por el olivar. (Fragmento de poema)
Te voy abriendo camino por en medio de las zarzas, las espinas que me clavo mantienen mis esperanzas.
En el aire y en la brisa, se confunden mis suspiros con los ecos de tu risa.
Como mi caballo sabe que tú me estás esperando, se recorre, alegremente, el camino galopando.
El pajarillo alegre canta en el trigo, y la niña le dice vente conmigo. Vente, que vamos a comernos la fruta de los manzanos.
Cuando voy por los caminos solo voy, solo con Dios, y para que Dios me escuche voy cantando a media voz.
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