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A veces el lenguaje nos engaña. Sobre todo cuando se alían cabeza y corazón. Queremos poner palabras a sensaciones, a emociones, al dolor y al amor. Y entre las muchas palabras prosáicas que se nos escapan por la boca, están tonterías como "mariposas en el estómago", se me "sale el corazón por la boca", me "hacen chiribitas los ojos" y demás chorradas no dignas de mención.Pero, la realidad nos golpea con su crudeza; las mariposas vuelan, el corazón late siempre al mismo ritmo -y casi que mejor- los ojos no ven más que certezas, defectos y virtudes, sin imaginación. Y para desengañar al lenguaje, tiro de biblia filológica: el DRAE, que no reconoce como frase hecha la cursilada de la mariposa, y sí otras:
A otra cosa mariposa.
O sentencias del tipo: La felicidad es como una mariposa; si la persigues siempre está fuera de tu alcance, pero si te sientas y la esperas se posará sobre ti.
Así que capullos en proceso de ser mariposa, o ranas que nunca seréis príncipes, leed a Lope de Vega porque nadie como él definió el amor, aunque mintiese, porque todos sabemos que el verdadero amor es el del domingo por la mañana, en pijama, con legañas, bajo el edredón.
Jesús
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