Robespierre consideraba que la República debía defenderse de forma contundente y rápida, arrebatando a sus enemigos la iniciativa, y a esa acción la denominaba el «Terror», esto es, según él, la aplicación inmediata de la justicia republicana al objeto de neutralizar a los enemigos de la República. De esta forma, el Terror, en el lenguaje republicano jacobino, es una acción en defensa de la Virtud, al objeto de defender el bien público, la República, estando obligado el Comité de Salvación Pública que asumía la defensa de ésta a dar cuenta pública de sus acciones.
La dinámica de continuos enfrentamientos internos sometió a la República de Robespierre a una gran tensión. Robespierre jugaba un papel más o menos centrista en el gobierno revolucionario. Se enfrentó a los ultrarrevolucionarios (seguidores de Hébert) así como a los llamados «Indulgentes» agrupados en torno a Danton. Actuando según el procedimiento habitual, la Comité de Salvación Pública procedió a eliminar a la oposición, tal y como se había hecho con los girondinos: Danton y Hébert fueron detenidos, juzgados sumariamente y ejecutados en la guillotina.
Maximilien Robespierre trató entonces de imponer su ideal de república democrática y virtuosa. La propuesta republicana de Robespierre asumía los valores de la Ilustración y los desarrollaba políticamente en la práctica, coronándola espiritualmente con la institución del Culto al Ser Supremo, en realidad una concesión teísta frente a los sectores más abiertamente antirreligiosos.
Robespierre, sometido a una continua presión y deseoso de aplicar su programa sin trabas, empezó a ausentarse de las reuniones formales del Comité; esto provocó una gran inquietud entre miembros de la Convención y del propio Comité incluso entre quienes habían sido hasta entonces partidarios del terror que temían, muy justificadamente, seguir los pasos de Danton y Hébert. La instauración del Gran Terror , fue considerada innecesaria, ya que tras las victorias militares la Revolución ya estaba consolidada y no era preciso un régimen tan extremista. Pensando, no sin razón, que la continuidad de "El incorruptible" al frente del Comité de Salvación Pública implicaría que Robespierre estaba ahora decidido a limpiar la República de todo aquel que pudiera rivalizar con él en el liderazgo de la nación, por lo que comenzó a fraguarse un golpe de estado en el interior del propio poder revolucionario, cuya cúpula estaba repleta de girondinos no confesos, de jacobinos deseosos de vengar las muertes de Danton y Hébert, o simplemente de gente temerosa de ser acusada de traición y ajusticiada en consecuencia por el inflexible Robespierre.
Golpe de estado termidoriano y ejecución de Robespierre
El 8 de Termidor del año II ( 26 de julio de 1794), Robespierre pronunció un discurso extraño que se podía interpretar como un testamento político, pero también como aviso de que iba a denunciar ante la Convención a nuevos traidores a la revolución. Al día siguiente, apareció uno de sus colaboradores más estrechos, Saint-Just , para presentar un informe del Comité sin haberlo leído antes a los otros miembros del mismo. Aunque se trataba de una propuesta de conciliación, algunos diputados, aterrados ante la posibilidad de que fuera a reclamar la depuración dando nombres, comenzaron a dar gritos, impidiéndole seguir con el discurso. Un grupo de diputados fue especialmente activo en este sentido, ya que en los días anteriores habían planeado la caída de los robespierristas. Finalmente, después de que el centro le negara su apoyo, Robespierre fue acusado de dictadura y fue detenido junto con otros dos miembros del Comité, Saint-Just y Couthon. El hermano de Robespierre, Augustin, junto con Philippe Le Bas, miembro del Comité de la Seguridad General, pidieron ser arrestados junto con ellos. Liberados de la cárcel por la Comuna de París, que les prestó apoyo, los robespierristas se refugiaron en el edificio del ayuntamiento, respaldados por un sector del ejército liderado por el general Hanriot. Esa misma noche, las tropas leales a la Convención, asaltaron el Hôtel de Ville, que se había ido vaciando a medida que pasaban las horas. El edificio, tras un tiroteo durante el cual Robespierre resultó herido de un disparo en la cabeza (no se sabe si fue autoinflingido o producto de la escaramuza), cayó en manos termidorianas. Al día siguiente, Robespierre fue conducido a la plaza de la Revolución (hoy plaza de la Concordia) en la que cientos de personas habían muerto durante los meses anteriores, y fue guillotinado junto a 21 de sus colaboradores. El cuerpo de Robespierre fue enterrado junto a los de los otros 21 condenados en una fosa común en el cementerio de Errancis, en la cual fue vertida cal viva, a fin de borrar todo rastro. Su caída acabó con el Terror y a la vez con el impulso democrático de la República.