Sh. I. Agnon
Un hombre muy pobre que volvia de la Sinagoga, donde habia celebrado
el advenimiento del Sabado, vio de pronto una moneda en el camino.
El pobre se dijo entonces:
- Buena me la ha jugado el azar, pues que puedo hacer si hoy
es Sabado y no debo tomarla? De haberla encontrado antes de
oscurecer, habria podido comprar con ella unas cuantas pasas
de uva y vino para la Santificacion, o comprar pan de trigo,
o cualquier otra cosa para celebrar el Sabado.
Fue a su casa y recibio el Sabado sin vino y sin pan de trigo y
sin cosa alguna placentera, y lo santifico con un pedazo de pan negro.
Por la manana, cuando iba a la Sinagoga, se dijo aquel hombre:
- Ire y la contemplare. Si no la vio y no la levanto alguno que no
observa el Sabado, la hallare en su sitio.
Al llegar alli vio que no era una moneda de cobre,
sino de plata. Se dijo entonces:
- Doble suerte la mia; pensaba encontrar un cobre y encontre
una real moneda. El Senor, loado sea, me somete a una gran prueba -
y enderezo sus pasos hacia la Sinagoga.
Despues de la oracion, dijose el pobre:
- Ahora, ya no la encontrare. Muchos habran pasado junto a ella,
y muchos la habran visto.
Acaso es posible que no la advirtiesen y la tomaran?
De todos modos, ire hacia alli: si no la recogieron, vere si en verdad
es de plata, y si la recogieron, me librare de ideas prohibidas
y no pensare mas en ella.
Llego y la vio en el mismo lugar, tal como estaba en la vispera,
tal como estaba por la manana. Solo que la moneda de la vispera
era de cobre, y la de la manana era de plata; y he aqui que esta era de oro.
- Si no es cosa de magia, es obra del sol, ya que el sol del mediodia
se refleja en ella y la hace parecer de oro. Y sin no es de oro,
es de plata, con toda seguridad.
Y dijose el pobre para si:
- Cuantas cosas podrian comprarse con esta moneda!
No tengo mas que levantarla, y de inmediato estarian en mis
manos todos los placeres del mundo: pan blanco,
y un poco de vino, y arenque y otras cosas buenas con
las que se puede regalar el Sabado y el cuerpo... salvando las distancias.
Lo considero el pobre una vez y otra vez, pero estaba lleno
de reverencia sabatica y volvio a su casa con las manos vacias.
A la hora de minja, la segunda oracion, no fue a ver la moneda.
- Quien sabe si podre resistir la tentacion.
Pude vencerla el Sabado, cuando todo estaba cerrado,
pero en minja, tal vez no; dentro de una hora abriran los negocios,
y aromas de comidas y bebidas vendran de ellos a mis narices;
temo no poder contenerme.
Pero la tentacion es a veces mas fuerte que el hombre.
El intenta vencerla, pero ella lo envuelve, diciendole:
- Acaso digo que la tomes en tus manos?
Se la empuja suavemente con el pie, se la aparta hacia un lado,
o se le coloca una piedra encima, no sea que venga alguno y la recoja.
Cuando termino la oracion de minja, acudio de nuevo
al lugar: mirar no es pecado.
Era aquella la hora del crepusculo. El sol estaba en su ocaso
y desprendia chispas de oro. Apenas llego el pobre junto
a la moneda, la encontro en su sitio, pero no era una,
eran muchas monedas.
Tal vez no fuesen muchas, sino aquella unica que se proyectaba
alrededor, como sucede con una moneda que cae entre
desperdicios, y estos resplandecen gracias a ella.
Sea como fuere, aquella moneda era de oro. Si se inclinara y
la tomase, podria mantenerse con ella, dos, tres semanas.
Acaso son tantas las necesidades del pobre?
Con una moneda de oro puedes hacerlo subsistir varias semanas.
Dijose el pobre:
- Bueno es que en mi casa no haya con que preparar la tercera comida,
y libre de ella, pueda pararme aqui y contemplar la forma de una moneda.
Es tonto el que ha dejado aqui su dinero entre los desperdicios.
Acaso cree que florecera y dara frutos?
Yo en su lugar lo hubiese conservado sobre mi corazon,
y cada vez que mi esposa y mis hijos me pidieran algo para comer, les diria:
"Glotones que sois, quereis comer?
Pues en seguida tomo una moneda de oro,
entro en la tienda y se la doy al tendero".
Antes que cediera el pobre al impulso de doblar su cuerpo como
lo hacen los humildes cuando ven una moneda de oro, se le
ocurrio que tal vez fuese cosa del diablo; que fuera
Satan quien dejo las monedas, para ponerlo a prueba.
Incorporose de inmediato y dijo:
- Que burlon es; se yergue sobre la basura y se rie de un judio.
Esta libre de oraciones y tiene libre su mente, pero yo, yo tengo
que rezar el Arvit y mi mente no esta libre para cosas de risa.
En seguida, arrancose de aquel lugar y corrio a la Sinagoga.
Despues de haber rezado el Arvit, no quiso mirar siquiera las monedas, dijo:
- Basta con que se hayan burlado de mi todo el dia.
Pero apenas aparto la vista de ellas, las monedas le hicieron guinos,
como las piezas de oro cuando brllan. Al ver esto, se dijo:
- Ahora que el Santo Sabado se ha ido, pasare y vere que es lo que brilla tanto.
Se inclino y vio lo que no ha visto ojo alguno ni hombre alguna vez ha contado.
Extendio el brazo y metio monedas en sus bolsillos hasta que se llenaron.
Tal vez sus bolsillos eran pequenos? Pues no, eran bien grandes.
Tal vez las monedas eran livianas? Ven y veras lo que compro por una de ellas:
vino para la havdala y pan de trigo y arenque y otras cosas que
hacen bien al cuerpo y no danan el espiritu, y aun quedo vuelto en sus manos.
Volvio contento a su casa. Cuando termino de entonar "Era un hombre justo",
su esposa habia preparado una mesa llena.
Lavo sus manos y sentaronse a comer, el y toda su familia,
dando buena cuenta del festin y despidiendo al
Sabado con todos los honores.
Nada le falto desde entonces al Sabado.
Ni les falto nada a el ni a sus hijos.
Puesto que habia sabido observar el Sabado en la
pobreza, se hizo acreedor a la observancia de muchos
Sabados en la abundancia.
Preguntas
1) ¿Que crees que hubiera sucedido si el hombre hubiera cedido
a su tentacion de tomar la moneda en su primer impulso?
¿Como concluiria el relato entonces?
2) ¿Por que te parece que la pequena moneda se transformo en un rico tesoro?
D/A