Muy felices somos los andantes
esquivando los rayos de oscuridad,
tan felices como el agua
cuando corre al centro del mar.
Congelaste la curvatura
de mis labios con dulzura,
abrigaste mi mesura
y encontraste mi alma pura.
Alegraste a mi córnea,
mi tímpano ya te extraña;
convertiste a mi hogar
en un paraíso sin acabar.
Tu susurrro me hizo dar brincos
y tu sóplo me hizo añicos
disfrutando entre gritos,
ya salimos de los mitos.
Gracias por esperarme,
gracias por no olvidarme,
gracias por encontrarme
y gracias por no fallarme.
Tu mirada fue mucho
tu voz, demasiado.