El glamour
Les pongo en preaviso: un cierto tipo de glamour se ha puesto de moda. Digo cierto, porque el glamour, como casi todo, ya no es lo que era.
Antes, el glamour estaba en el tejido con el que se cosían los vestidos vaporosos de Marilyn Monroe; o en el peróxido del moño vertiginoso de Kim Novak; o en los ademanes de diosa con los que Bettes Davis, esa fea resultona, claudicaba ante Anne Baxter en Eva al desnudo.
Ahora, sin embrago, el glamour es algo que se teoriza en los libros de Boris Izaguirre y que se escenifica en los movimientos pijisórdidos de una señora, Carmen Lomana, que todavía no sabemos con exactitud de dónde ha salido, quién la envía y cuál es su mensaje.
La televisión, como cuna del nuevo glamour patrio, que es el mismo de siempre, el de boina calada, se empeña ahora en vendernos lecciones de estilo. A la sobreexposición bananera de la señora Lomana, que ha firmado un pacto de eternidad con un diablo llamado Telecinco, se unen ahora dos nuevos programas que ahondarán en la cuestión.
Este mismo jueves,la sexta estrena Mujeres Ricas , un docushow previsiblemente banal en el que cinco señoronas de la España cacique nos contarán cómo se cocina la pasta en sus hogares; la pasta gansa. Por si esto les sabe a poco, el domingo, en un arrebato de originalidad muy propio de nuestros programadores -esa raza-, Cuatro estrenará Casadas con Hollywood, más o menos el mismo regalo, pero con distinto envoltorio.
Ya ven, el glamour nos invade. Será que las televisiones nos ven faltos de ello. Faltos de mitos y referentes vitales en este ámbito tan denostado, curiosamente, por ellos mismos. El falso glamour se impone en una sociedad que carece de él. Parafraseando al filósofo Gustavo Bueno, cada pueblo tiene la televisión –y el glamour- que se merece.
El hecho es que se comenta incluso que Telecinco podría estar preparando una escuela de glamour para analfabetos en cuestiones de estilo, su enésimo reality de talante investigativo, ya saben. Una escuela de glamour dirigida por… ¿lo adivinan? Por Carmen Lomana, claro, como no podía ser de otro modo.
No deja de tener gracia que la televisión, verdugo de todo glamour, pretenda ahora darnos clases de modales y buenas costumbres. Más si cabe cuando quien lo hace es Telecinco. Dan ganas de mandar a alguno a tomar... Pero no lo haremos. Si algo nos ha enseñado la televisión de nuestro tiempo es que el glamour es lo último que uno debe perder. Por muy falso que sea.
Y......
¡¡Viva el pijerío!!
¡Dios nos coja confesaos!
Amaly
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