Las brumas blancas, brillantes, hacen nacer a la luna, surgen del fondo del agua y se extienden por el llano. Las flores se juntan para romper las telas de araña, y el vestido de la noche le prenden piedras preciosas. Cerca del lago las nubes tejen una fina sombra que se estremece al cortarse de ondas y manchas de luz. Abriendo paso en los juncos, la Niña dulce se inclina, lanzando pétalos rojos sobre las mágicas ondas, para mirar como un rostro fugitivo huye en el agua, pues el lago esta encantado al conjuro de San Miércoles. Para que el rostro aparezca, le tira rosas tempranas, pues la rosa esta encantada el conjuro de San Viernes. Mira a la luna relumbran su rostro y rubios cabellos, mientras en sus ojos claros se juntan todos los cuentos.
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