Las horas hacen pliegues escondiendo los momentos en los cajones del recuerdo. La mente, como un libro, va pasando páginas leídas; y los pétalos caen sobre lo vivido.
Siempre extraños ante los nuevos acontecimientos, y siempre con la mano agitándose en adioses.
En nuestros interiores, los abrazos cuelgan, y los besos tatúan colores en el alma. Se pierden las espaldas ante la lágrima, y mueren presurosos los suspiros.
Cada gesto no despide de nosotros mismos, cada aliento pasa a ser evocado.
Humo.
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