«¿De veras que no hay nada que podamos hacer para alcanzar la iluminación?»
«Bueno», dijo el Maestro en tono jovial, «podéis imitar a aquella anciana que empujaba con todas sus fuerzas la pared del vagón para conseguir que el tren corriera más deprisa».
El maestro solía decir que una de las razones por las que las personas son tan desdichadas es porque piensan que no hay nada que ellas no puedan cambiar.
Le gustaba especialmente la historia de aquel individuo que le dijo al vendedor: «Este transistor que me has vendido suena excelentemente, pero quisiera cambiarlo por otro que emitiera mejores programas».
Limitación '¿Hay un Dios?', preguntó el marxista. '¡Y tanto! Pero no como la gente se lo imagina', respondió el Maestro.
'¿A quien os referís cuando habláis de gente?' 'A todos'