Calles sin nombre, donde el día pasa de largo para estancarse en la noche que se ahoga en callejones de penas. Allí donde el ebrio se duerme, donde el pobre cobija su llanto y donde la vida pasa de largo, orillando los rostros de la amargura mansa. ¡Cómo no sentir el frío que se cuela por las hendijas del alma! ¡Cómo no escuchar los gemidos que sin querer se escapan de esos labios resecos cansados de suplicar al alba! Calles sin nombre, mensajeras del viento que arrastran mil sueños, entre la basura y los papeles rotos, como arrastra el mendigo su esperanza.
|