Éranse en derredor violetas, lises, entre la hierba renacidas flores de azules, rojos, cálidos matices; y pretendí que fueran sus olores de tu bello cabello los primores con su vívida gracia engalanados.
Ya de flores colmados pecho y brazo, vi las rosas de múltiples colores: volé a llenar, entonces, tu regazo, pues eran tan suaves sus olores que el corazón se desató en amores, de dulce anhelo en júbilo abrasado.
Y dije para mí: Jamás podría señalar de estas rosas las más bellas; unas en su capullo todavía otras pálidas, otras cual centellas Amor díjome entonces: Toma aquellas que sobre las espinas han cuajado.
Cuando abre sus pétalos la rosa y más rosa es la rosa y más loada, en tu diadema será más hermosa que en el rosal, del viento deshojada. Niña: que sea en su esplendor cortada la bella rosa del jardín del Califa, cerrado.
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