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Al resbalar tu mano por mi piel, la timidez no rompe la entrega enamorada.
El sol suele acudir a nuestro encuentro, si no, el calor de nuestros cuerpos rompe el frío, que se escapa perseguido del ambiente apasionado.
Sólo brisa sencilla soy, sin los adornos del viento. Soplo queda y suave como una niña ante la majestuosidad de los árboles.
Y allí, rodeada de cielo, se me olvidan los límites de la vida; y en el sonido de las hojas y la hierba, se pierden mis suspiros
Cómo rocío en mi mano, se perla tu calor en nuestro encuentro.
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