En toda acción influye la sugestión.
La sugestión es un estado psíquico provocado en el cual el individuo experimenta las sensaciones e ideas que le son sugeridas y deja de experimentar las que se le indica que no sienta. Por esta razón se comenzó a utilizar como tratamiento terapéutico.
Existen diversos métodos para conseguir este estado en una persona:
la sugestión directa: que se obtiene mediante la autoridad ejercida sobre una persona que se somete a ella;
la sugestión hipnótica: que se consigue mediante la hipnosis, estado de influencia magnética, por fascinación por influjo personal o por aparatos adecuados.
la sugestión indirecta: a través de la insinuación de ideas que los sujetos aceptan como verdaderas y propias.
La hipnosis fue la primera de las técnicas psicoterápicas y aún es utilizada en algunos países de Europa y Rusia.
Esta técnica que varía según el experimentador, utiliza la fijación de la atención y una estimulación generalmente verbal que provoca el trance o comunicación hipnótica, fenómeno que se estima corresponde a un cierto modo de transferencia que se da entre el hipnotizado y el hipnotizador.
Como técnica psicoterapéutica, la hipnosis puede ser utilizada:
como método de sugestión directa, con el fin de eliminar ciertos síntomas;
como catarsis, o método de descarga emocional;
y como hipno-análisis, combinada con la psicoterapia de toma de conciencia.
Existen otras modalidades terapéuticas derivadas de la sugestión como el “ensueño vigil” que consiste en la sugestión de un ensueño orientado por una imagen de partida. El sujeto es puesto en estado de relajación y después invitado a que describa la imagen sugerida. El terapeuta sigue entonces las asociaciones del paciente y las interpreta según la simbología que utiliza Freud y Jung.
Este método tiene una eficacia limitada y los que lo utilizan suelen completar el tratamiento con otros métodos más modernos.
Todas las personas ejercen alguna influencia sobre otras. Algunas tienen una capacidad mayor de persuasión y pueden llegar a convencer con sus argumentos aunque su interlocutor piense lo contrario.
Los vendedores son adiestrados para convencer a los clientes sobre la conveniencia de comprar sus productos, los cuales tratan de adecuar a las necesidades de cada uno para que sean considerados imprescindibles.
Recién cuando nos evadimos del influjo de esa persona y podemos liberarnos de su magnetismo, nos damos cuenta que sus afirmaciones eran puramente interesadas y orientadas hacia el solo objetivo de vender.
La publicidad también utiliza el poder de la sugestión para los mismos fines. Las promesas publicitarias, a pesar de ser difíciles de creer, son aceptadas por el público y convencen a la mayoría.
¿Quién puede sustraerse a la fascinación que ejerce un nuevo perfume que promete ser infalible para la seducción, un shampoo que nos asegura una cabellera sedosa, un suplemento dietético que nos hará adelgazar en pocos días o un aparato que reduce el volumen del abdomen para lograr parecernos un poco al modelo que lo promociona?
Ninguno de nosotros es capaz de hacerlo porque esas campañas publicitarias dan magníficos resultados, o sea, la mayoría les creemos.