En un mundo en que la relación de pareja se caracteriza más por los desencuentros, los obstáculos y la falta de comprensión, que por la armonía en los vínculos, todavía hay parejas que perduran.
Tal vez no sea la convivencia un jardín de rosas, pero es un camino común que como piloto y copiloto, dos personas deciden transitar en las buenas y en las malas, para hacer más llevadera la existencia, compartiendo la carga.
La vida tiene altos y bajos, éxitos y fracasos, tristezas y alegrías y tal vez algunos crean que permaneciendo solos evitarán las frustraciones, las situaciones difíciles, las circunstancias adversas o los malos ratos; pero se equivocan, porque vivir es tener toda clase de experiencias y siempre, en cualquier condición habrá que enfrentar los mismos desafíos.
Un matrimonio duradero no ha renunciado a una sexualidad excitante, porque aunque se decida convivir siempre con la misma persona, ésta nunca va a ser la misma, irá cambiando, madurando y convirtiéndose en alguien diferente, mucho mejor si ha crecido y no tiene pereza para aprovechar cada vez que las oportunidades aparecen.
En cuanto al sexo, la gente joven, aún cambiando de pareja parecen desganados, de modo que el problema tiene que ser otro, tal vez es algo que les está faltando en sus propias vidas, que no es precisamente el estímulo externo.
La sexualidad humana exige estímulo físico, carga endógena y además un significado emocional, o sea estar con alguien que tenga un valor afectivo.
Las parejas que perduran, por lo general tienen una forma de actividad sexual que también es duradera, porque el sexo es una parte muy importante de la relación, que contribuye a que la pareja siga unida.
Pero el sexo no es lo más importante, aunque ocupe un lugar de jerarquía en la vida de dos que se aman para toda la vida.
Una pareja crece en todo, incluso en la sexualidad, ya que ésta no es vivida siempre del mismo modo, porque va cambiando, modificándose, atreviéndose a ser más sofisticada y más intensa, buscando sensaciones nuevas, descubriendo experiencias con renovado entusiasmo y otro dinamismo, más sosegado, genuino y placentero.
A todos nos gusta compartir los problemas y pasar los tragos amargos teniendo a alguien significativo al lado nos da más fuerza y nos permite sentirnos apoyados, más seguros, para poder seguir adelante con la vida sin el temor de estar solos.
¿Quién es el que no tiene defectos? ¿Acaso una potencial pareja puede no tenerlos? Por lo menos es probable que ya hayamos aprendido a aceptar e ignorar los defectos de quien nos acompaña y quien aún no conocemos puede sorprendernos.
¿Quién es el que no está harto algunas veces de todo y tiene ganas de patear el tablero, envidioso de los que recién se conocen y parecen estar viviendo en una nube?
Sin embargo, después de muchos años, se llega a extrañar de la pareja todos sus defectos y hasta los hartazgos.
La verdadera felicidad está en las propias cuatro paredes que dos personas tienen desde hace muchos años, no en un hotel alojamiento, o en el departamento de un soltero empedernido que sólo los está utilizando.
Pensando de esta manera, se abre la puerta a una sexualidad conocida que aún puede esconder mucho misterio, y lo que parecía trillado, como una película que ya vimos muchas veces, se vuelve nuevo, con la conveniencia que suele tener el conocimiento del terreno, la alegría que significa ser importante para alguien y sentirse querido sin sorpresas ni sobresaltos.