Jesús, Dios entre los hombres
Al nacer, hace unos 2.000 años, el niño Jesús fue acostado en un pesebre (Lucas 2:7). Vivió y creció en el anonimato, sin riquezas; ni siquiera tuvo casa propia (Lucas 9:58).
Siendo aún recién nacido hizo temblar a un rey (Mateo 2:3); como niño dejó asombrados a los eruditos (Lucas 2:46-47), y cuando creció dio órdenes a las fuerzas de la naturaleza. Abrió los ojos a los ciegos, resucitó a los muertos e hizo muchos otros milagros, que fueron reconocidos incluso por los que querían hacerle daño (Juan 11:47).
Nunca escribió un libro, sin embargo, ¿qué biblioteca podría contener todos los libros que han sido escritos sobre él? Nunca fundó una escuela, pero los que lo escucharon no cabrían en las sillas de todas las escuelas del mundo.
Nunca dirigió un ejército, ni reclutó un solo soldado, sin embargo ningún jefe reunió a tantos voluntarios que a su vez hayan conducido a tantos rebeldes a deponer las armas.
Cuando tenía treinta y tres años, aunque sólo había hecho el bien, fue traicionado por uno de sus discípulos, negado por otro y abandonado por todos (Marcos 14:41-68). Su pueblo pidió su muerte y el gobernador romano se la concedió, sabiendo que Jesús era inocente (Mateo 27:22-26). Pero Él dio voluntariamente su vida por los culpables. La tumba no lo pudo retener; resucitó y el cielo se abrió para recibirlo (Lucas 24:6, 51). Dios lo puso por Juez de vivos y muertos (Hechos 10:42).
¿Conoce usted a Jesús como su Salvador personal?