ODA A LA MUJER
Tiene tu alma alas blancas de gaviota
y pétalos de sueños infinitos,
olas desbocadas de rosas rojas
que hilan la marea de mi destino.
Tu piel es un horizonte sin bruma
por donde resbalan locos mis dedos,
tus besos son heridas de ternura
que invocan el ardor de mi deshielo.
Eres fuego que derrite la nieve
o viento que deshoja el silencio
o corazón que destila un torrente
de dulces laberintos y misterios.
A tu lado siento latidos nuevos
de esperanza, verdes praderas ebrias
de rocío que dilatan el tiempo
y lo envuelven en delirantes sedas.
En tu boca maduran las cerezas
del cariño, las manzanas sabrosas
del pecado que hasta el cielo te llevan
o al infierno del frenesí te arrojan.
Y, sin embargo, mujer, meridiano
infinito donde se juntan diablo,
carne y mundo, aún me pregunto a diario
¿quién eres tú para dolerme tanto?
|