Escuchar el sonido de las hojas que mueve la brisa es oír tu voz que llega desde el pequeño pueblo donde duermen tus postreros sueños donde callas esa tristeza, anidada en tu corazón en el poema no escrito, en ese amor nuestro que sigue viajando sin rumbo al horizonte de su nada.
Y me acerco a la orilla empapado de noche y llovizna para oír el murmullo del agua, que es como tu alma, una suave y cristalina cascada que corre por mi cuerpo anegándome de nostalgia y de ecos de distancia.
Murmullos de tus labios acarician mi piel desnudo, en la arena me tiendo para sentir tu cuerpo cubriendo mis sentidos, mojado de amor y de deseo en un lecho de corales y arena, ¡así te amaría otra vez si pudiera!
No quiero abrir los ojos para no romper el hechizo que la luna enciende. siguen avanzando las sombras llevándose la claridad, me cierra la noche en su capullo, en esta desierta soledad; mis párpados pesados, quietos, no se abrirán, solo me duermo oyendo tu murmullo…
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