
Adicto
Cada día se abre de par en par igual que una puerta. Aquel que ya la ha cruzado clava sus ojos en otros y vuelve a sentir el milagro y tomar parte en la vida. ¿Quién diría, al verlo, que ese hombre duerme mal en la noche y quisiera dormirse como la tierra reseca tras jornadas de lluvia? Nadie, entre aquellos que van y los que vienen, percibe que ese hombre es adicto. Adicto a imaginarte en su vigilia. Adicto a tu voz y tus silencios. Adicto a tu cercanía y tu distancia. Adicto al cuerpo que acercas o rehuyes. Adicto a tu dulzor y tu amargura. Adicto a tu boca y tu saliva. Adicto a tu sabor, adicto a tu aroma. Adicto a ti y a ser adicto. Y a querer que su adicción no tenga cura.
J.R.Mansilla

|