
Memorias que viajan con sabor a azahar,
desnudas, sin equipaje, bajo el son
de la lira y el olor a túnica
que sobrevuela la plaza alta.
Perdida en los trigales, confusa
en la más primitiva cosecha
llega en forma de nube
la melodía que aflora bajo la voz de mis juglares,
como recién tejida entre la nieve.
Vuelven los acordes que despiertan
los colores en tu rostro, y enmudece mi guitarra
ante el estruendo de la vieja lira que
aún chirría, allá en el rincón, olvidada.

