
Transparente como el agua clara que brota de la limpia fuente, basta solo con verse en sus ojos para sentir que se va en aras de hablar derecho y de frente.
Mujer de curvas pronunciadas y volcanes llenos de candente lava, sus sensuales labios al fuego fundidos, sus altas montañas tan acariciadas con el deseo en tu piel un puñal te clava.
Sus ojos divinos como dos luceros, espejos del alma son un mar en calma, con solo mirarlos sabes si son sinceros y sus manos suaves como lluvia fina Dios las formó con mano divina.
Sus turgentes curvas forman escarpados, montañas muy elevadas y lágrimas en sus parpados cerrados por las penas que lleva ahí guardadas.


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