Para los hombres, la excitación sexual y el orgasmo es cosa fácil; pero para las mujeres es diferente, porque les resulta más difícil relajarse, centrarse en el momento y desconectar las áreas de su cerebro relacionadas con la inhibición y la preocupación.
Algunos terapeutas especialistas en sexualidad, sostienen que la estimulación previa para las mujeres es todo lo que sucede durante las 24 horas antes de la relación sexual, mientras que para los hombres es lo que acontece tres minutos antes de la penetración.
Durante el clímax, el organismo se satura con la influencia de neurotransmisores, como la norepinefrina, la dopamina y la oxitocina, químicos que aumentan el éxtasis.
Cuando se produce el orgasmo del hombre y de la mujer en forma simultánea, casi no se registran diferencias cerebrales.
Esta experiencia de sexo satisfactorio, exige cierto entrenamiento por parte del hombre que tiene que demorar la eyaculación lo suficiente como para darle tiempo a la mujer de lograr llegar al orgasmo al mismo tiempo.
El hombre percibe las contracciones orgásmicas de la vagina de la mujer si ella experimenta el clímax en el mismo momento, lo que hace que la satisfacción sexual mutua sea mayor.
Para lograrlo, el hombre tiene que aprender a inhibir sus centros cerebrales de la excitación sexual, porque mientras no lo haga llegará al orgasmo mucho tiempo antes que su pareja, incluso antes de penetrarla.
Por razones que aún no se conocen, las mujeres necesitan entre siete y dieciocho minutos de penetración vaginal para alcanzar el climax.
El hombre tiene la capacidad de dominar las zonas cerebrales que activan sus órganos sexuales, dirigiendo su atención hacia un área del cerebro no sexual.
Para conseguirlo existen algunas técnicas, las cuales proponen, por ejemplo, buscar la solución de problemas matemáticos complejos, recitar el alfabeto a la inversa o pensar en algo repugnante.
No obstante, el intento de bloquear un orgasmo, cuando el pene recibe diez veces más sangre que lo habitual, resulta más difícil que frenar un auto cuando está yendo a toda velocidad.
Por esta razón, la mayoría de los jóvenes alcanza el orgasmo después de aproximadamente ocho a quince impulsos pélvicos o incluso antes.
Según los investigadores de este tema, solamente los hombres de mayor experiencia pueden aprender a entrenarse para durar entre siete y trece minutos, e incluso más tiempo.
La eyaculación precoz es una condición más común de lo que se cree que provoca en el hombre sensación de mal desempeño y en la mujer frustración.
En Estados Unidos, entre el 25 y 40% de los hombres experimentaron eyaculación precoz alguna vez.
La eyaculación precoz, no se trata sólo de un trastorno físico sino también de un problema psicológico, y lo puede provocar la ansiedad por rendimiento, el estrés, la depresión, la represión sexual y las expectativas fantasiosas que difunden los medios sobre la indudable potencia viril masculina.
Estas expectativas, relacionadas con el rendimiento sexual, pueden producir incapacidad para mantener la erección el tiempo necesario para llevar a cabo el coito.
Es una situación similar al miedo escénico, que puede darse en todas las edades, y que está en relación directa con la impresión que desea causar el sujeto a una determinada pareja.
La ansiedad debida a un fracaso previo puede producir una cadena de futuros fracasos.
Existen fármacos que garantizan la erección, porque bombean sangre al pene y consiguen mantenerlo firme y erecto pero también un esfuerzo físico intenso previo a la cita puede dar buenos resultados.
No obstante, afortunadamente para los hombres que tienen estos problemas, las mujeres en general cuando aman a sus parejas, se suelen sentir más satisfechas, con las expresiones afectuosas, las caricias y los besos que con el acto de penetración sin ningún significado romántico.
En último caso, cuando la mujer no llega al orgasmo, siempre le queda al hombre el recurso de proporcionarle placer a la mujer de la manera que a ella le agrade.
Fuente: “El cerebro masculino”, Louann Brizendine, doctora en medicina, graduada en neurobiología y neuropsiquiatra y escritora de divulgación científica de éxito.