Del eucaliptus
la cadencia de sus hojas con el viento. De este mar... el sabor de la lágrimas en llanto. Del horizonte lo lejano del encuentro. De las nubes la frescura de los vientos. De la vida el amor y los sentimientos... De todo esto y mucho más, en pequeñas dosis o en cantidad, la sublime maravilla... ¡Todavía! Nuestra carga de humanidad
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