Para la Psicología Budista Clásica, la salud mental depende de la presencia de ciertos factores que se consideran saludables en los estados mentales de un sujeto; y un modelo transpersonal de salud mental es la persona que cumple con esos requisitos.
Los factores malsanos que se oponen a los factores sanos pueden ser perceptuales/cognoscitivos o bien afectivos.
Los preceptuales/cognoscitivos son:
Factores malsanos versus Factores sanos
Delirio versus Visión interior
Visión falsa versus Atención
Desvergüenza versus Modestia
Crueldad versus Discreción
Egoísmo versus Confianza
Perplejidad versus Rectitud
Los Afectivos son:
Agitación versus Compostura
Codicia versus Desapego
Aversión versus No aversión
Envidia versus Imparcialidad
Avaricia versus Animación
Preocupación versus Flexibilidad
Retracción versus Eficiencia
Apatía versus Habilidad
El principal factor perceptual/cognoscitivo que indica salud mental es la clara percepción del objeto tal como es, o sea lo opuesto al delirio.
La atención y la visión interior son fundamentales y dan lugar a la presencia de los demás factores de salud, porque la atención produce claridad en la comprensión del objeto y es esencial para la sabiduría.
La modestia y la discreción son factores cognoscitivos que inhiben los malos actos y se oponen a la desvergüenza y a la falta de remordimiento.
Estos factores se apoyan en la rectitud que es la conducta que corrige el juicio y que constituye un factor cognoscitivo más general.
La confianza es un factor afectivo que se asocia a los anteriores factores que representa la seguridad en la percepción correcta.
La imparcialidad, la no aversión y el desapego se oponen a los factores malsanos de la codicia, la avaricia, la envidia y la aversión y los reemplaza por la ecuanimidad.
La compostura es la posibilidad de mantener el tono emocional calmo mediante el apaciguamiento de las emociones tanto negativas como positivas del apego.
La animación, la flexibilidad, la eficiencia y la habilidad juntas, reemplazan al encogimiento y a la apatía.
Los factores sanos impiden la aparición de los no sanos y permiten la compasión, la bondad y el goce altruista, o sea el que se experimenta por la felicidad ajena.
Por lo tanto, la salud mental desde esta perspectiva consiste en la ausencia de factores malsanos y en la presencia de factores saludables.
Este criterio reconoce que todos somos principalmente malsanos mentalmente.
Sin embargo, puede que cada uno viva estados sanos durante un período de tiempo más o menos prolongado, en función de los vaivenes de los estados de conciencia, pero casi ninguno está en un nivel de conciencia tal que sólo tenga estados mentales sanos, aunque éste sea el verdadero objetivo de la evolución psicológica.
El hombre ideal es el que encarna la esencia de la salud mental sin ningún factor malsano. Es alguien que ha logrado alterar un rasgo común de la conciencia humana.
Este estado se caracteriza por:
1) Ausencia total de deseos tanto sensoriales como psicológicos
2) imparcialidad y ecuanimidad en todas las circunstancias. Alerta y deleite calmo de lo que vive aunque parezca aburrido para los demás. Sentimientos de compasión, bondad, rápida percepción, compostura y destreza en la acción.
Para los orientales sería el prototipo del santo.
A pesar de que ese prototipo en la psicología actual no existe y contradice los supuestos occidentales sobre la naturaleza humana; para los asiáticos ese prototipo es el principio más importante de las psicologías asiáticas que existen desde hace más de tres mil años.
Fuente: “Más allá del ego”, Abraham Maslow, y otros, Edit.Kairós, 2da. Edición, 1985