Así dice el Señor:
“Maldito quien confía en el hombre,
y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor.
Será como un cardo en la estepa, no verá llegar el bien...
Bendito quien confía en el Señor
y pone en él su confianza.
Será un árbol plantado junto al agua,
que junto a la corriente echa raíces; no deja de dar fruto...”.
Quetal 
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