Cuando Morfeo nos rehúye, lo más efectivo es abandonar la cama y acostarse de nuevo cuando se tenga sueño de verdad
Los minutos parecen horas y las horas días. Así se resume la experiencia que cada noche experimentan numerosas personas ante el deseo, y la necesidad, de dormir y la imposibilidad de conseguirlo. No hay soluciones mágicas para conciliar el sueño, no hay ovejitas milagrosas ni libros que logren dormir al lector insomne. Reconocer que se sufre insomnio y contárselo al médico es un paso determinante para solucionar este problema que afecta en mayor medida a las personas a partir de los 60 años, y más aún a mujeres que a hombres. En concreto, según los últimos estudios el 6,4% de la población española padece insomnio y su impacto varía en función del sexo (afecta al 7,8% de las mujeres y el 4,9% de los hombres) y de la edad (se ha diagnosticado en el 3,3% de los más jóvenes, frente al 9,8% de los mayores de 65 años). Entre los posibles tratamientos, los fármacos hipnóticos deben ser el último recurso, ya que el riesgo de caer en la pesadilla de su dependencia es alto. No obstante, en los últimos años se han desarrollado medicamentos más específicos para este trastorno y con menos efectos secundarios.
Malos hábitos y diferentes estados de ánimo
Se considera que una persona padece insomnio cuando tiene dificultades para dormir el tiempo deseado, en el momento elegido y con la profundidad adecuada durante un un mes seguido o más y sin que haya una causa evidente que lo justifique. En ocasiones, este es un síntoma derivado de otro problema o enfermedad. Entre las circunstancias que contribuyen a romper el sueño destacan procesos con dolor y las molestias derivadas de la nocturia o la incontinencia, del embarazo, de la ingesta de medicamentos con cortisona -con potenciales efectos secundarios sobre la alteración del sueño- o del consumo elevado de café o de productos con cafeína. Pero no solo eso; los malos hábitos nocturnos también pasan factura. En algunos casos, los afectados han aprendido a dormir mal. Por eso, cuando entran en la habitación para dormir, en lugar de relajarse, se desvelan, se estresan y pasan, de manera crónica, las noches con el sueño alterado. Esta circunstancia se convierte en un peligroso círculo vicioso difícil de superar. El desarrollo de actividades en la cama, como ver la televisión, escuchar la radio o cenar en ella contribuye a que se origine este fenómeno. Las personas con más predisposición a sufrir insomnio son las más de naturaleza reflexiva o pensativas, las que dan muchas vueltas a las cosas, las que se angustian con mayor facilidad, o quienes sufren trastornos de ánimo, como la depresión o la ansiedad, durante el día y lo trasladan por la noche. En las mujeres, además, es posible que haya algún factor hormonal desencadenante, ya que muchas afectadas han dormido bien toda la vida, pero empiezan a tener los primeros síntomas de insomnio a partir de la menopausia.
Insomnios de todos los tipos
El insomnio no es igual en todas las personas. Por su duración, puede ser agudo, siempre que sea puntual y se manifieste ante un episodio de estrés, dolor o duelo que impide dormir. Pero también crónico, si se mantiene a lo largo del tiempo. Este último es el que ocasiona más molestias y el que suele llevar a los pacientes a decidirse por hacerle una consulta al médico.
Hacer yoga antes de dormir puede ayudar a conciliar el sueño cuando se sufre estrés por realizar muchas actividades de día
Por la forma de presentarse puede ser insomnio de conciliación, cuando cuesta coger el sueño aunque, una vez que se logra, se duerme relativamente bien; insomnio de mantenimiento, si se duerme sin problemas, pero con varios despertares durante la noche; e insomnio de finalización, si se produce al final de la noche y que consiste en despertarse de forma precoz, a partir de las cuatro o cinco de la mañana, con los ojos abiertos como platos. No obstante, hay que aclarar que los insomnes pueden experimentar diversas combinaciones de todas ellas. Otra clase de insomnio es el insomnio familiar fatal o insomnio familiar letal, una enfermedad rara, causada por una proteína priónica que daña las células del cerebro y que puede afectar a varios miembros de una misma familia. Se conocen 100 casos en todo el mundo, de los cuales 40 se han registrado en España y la mitad de ellos se concentran en el País Vasco. El insomnio es uno de sus síntomas, como mantener la tensión arterial alta o ver alucinaciones, pero no el más importante, aunque figure en la denominación de la enfermedad.