Gasto palabras, algún día acabaré con todas, lo prefiero. No quisiera que terminaran muertas, secas, y apiladas en rimeros como basura, al igual que las hojas de otoño. Pero no siempre pueden decirlo todo, muchas veces tengo que dejar cerradas a unas cuantas. Esas, protestan por no poder ver la luz, ni sentir la textura de un papel. Ellas se arrinconan en un pequeño hueco, pero hacen arder mi corazón, le prenden fuego hasta hacer que yo me consuma.
Tengo la esperanza que se quemen en el mismo fuego que ellas encendieron, que se queden convertidas en ceniza, para que el recuerdo se fugue al no tener salida a la luz. En otras ocasiones quisiera que salieran al igual que las otras, para no guardarme nada, para terminar de sentir de una vez; pero si cabe la posibilidad de dañar con ellas, prefiero liarlas con la cinta del respeto, y que se amotinen en su rincón, intentando dejarme sin entrañas.


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