Con una tibia melancolía tus ojos enamorados me observan, Cuna de las mieles, en el verde tus pupilas todo refulge, Amor, ternura, romanticismo, pasión, Cada elemento combinado como la pócima de un alquimista.
Fueron esos ojos acompañados por aquellos labios los que me hechizaron, Y los que me hicieron caer en un pozo sin fondo de amor y de ensueño, Una dulce caída libre entre tus brazos y tu ropa, Un maravilloso vértigo como el de un gran poema.
Eres mi diosa y yo tu pasivo prisionero, Me entrego con cuerpo y alma a la tarea de amarte, Cada movimiento de tus ojos es para mí un deseo, Cada llanto de tus pupilas una pequeña muerte.