
La noche flotaba libre por la ciudad y acompañaba el eco de mis pasos, me regalaba amable el dulce perfume de azahar, el silencio me hablaba, me aconsejaba, e intentaba lentamente y con psasiencia, me ayudaba a encontrar lo que buscaba... ¿ que buscaba ?. No tenia nombre, no tenía forma ni esencia, a veces parecía como si no estuviese en mi cabeza... Lo que quería era hallar el sentido, la formula correcta, una via concreta. aquello que me diera una respuesta... La luna me espiaba por las esquinas o posada en los árboles, y mi imaginación volaba lejos con ella, las luces parpadeantes de los coches que iban y venian como un rio por el asfalto me parecían estrellas que alguién hubiese olvidado colgar en el cielo, mis ojos no veia el tránsito vivo de lo que me rodeaba. Era como un cuadro dibujado a trazos veloces y extraños. Los minutos transcurrían breves y efímeros, fluían como el agua y mientras el tiempo pasaba podia sentir como poco a poco lo alcanzaba. Amarraba mi porvenir con las fuerzas que dan las ganas de vivir, podía desatar cualquier enredo o sinrazón, dando rienda a mi pasión, sintiendo que navega a toda vela con la brisa fresca de la imaginación. Había cambiado mi percepción,ya no temía seguir los impulsos de mi silenciada emoción, pués pude darme cuenta que la esencia de la vida se encuentra en el arte de escuchar los latidos de tu corazón, esa brillante y cálida melodía que compone la opera del amor. Me senti agradecido por todo aquello, que de la manera más senculla y hermosa, sin pretenderlo, en mi mente se reveló...
Ahora por fin se que la puerta de mi corazón se abrió y que este voló a otro corazón.
Jesús Sánchez-Diezma Valenzuela


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