Si con la masa doliente de mi corazón herido pudiese hacer un tejido perfumado y transparente, yo lo hiciera diligente, y aunque hacerlo me matara, para que usted fabricara un abanico chinesco, para echarse grato fresco, para taparse la cara.
Mas como no puede ser por más que yo lo quisiera, mas como si yo pudiera no habría usted de querer, me contento con poner después de rudos esfuerzos estos versos tan perversos en este abanico humilde, para que al menos, las danzarinas, se abanique con mis versos.
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