Viajé a lo desconocido,
el interior de la cueva
era para mi un mundo extraño,
de extraordinaria belleza.
Sensaciones ignoradas,
mágicas, bajo la tierra
estalagmitas gigantes,
bosques, arboledas pétreas
se inician desde su fondo
hasta el techo de la cueva.
Desde el techo estalactitas
descendiendo al fondo de ellas,
agrupándose en figuras
tan extrañas y tan bellas,
que nunca soñó la mano
de un escultor sobre tierra
cincelar aquellas formas
sólidas de aquella cueva.
Elicóticas paredes
de catedrales pequeñas,
cual si misteriosos genios
invisibles las cincelan...
Albos acantilados
de nieve perpetua, eterna:
agua que fue gota a gota,
siglo a siglo, en la caverna,
construyendo maravillas,
un prodigio en el silencio
en el fondo de la tierra.
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